También para el momento de la muerte existe un bello ceremonial encaminado a facilitar, tanto al alma del difunto como a sus familiares, un tránsito en armonía, equilibrio y paz.
Como en toda ceremonia conchera, se ofrendan copal, flores, velas... se canta, se reza y se celebra una fiesta.
Se trata de dejar el camino limpio y despejado en el "más allá", soltando, limpiando, procesando miedos y apegos, liberando cualquier atadura dentro del mundo material, emocional o mental.
Cuando ocurre el fallecimiento se tiende una cruz de ceniza o tierra y flores.
(La ceniza absorbe la esencia de la persona y la fija para conducirla por el pasillo del "más allá").
Y durante nueve días se acompaña con el recuerdo y la oración a quien acaba de partir.
Pasado ese tiempo se celebra un ritual semejante al de Velación, llamado "Levantada de Cruz" o "Levantada de Sombra".
Con el siempre presente sonido de las conchas entonando alabancitas, se recoge en una cajita la ceniza y las flores que se han cargado con la intención y entrega de todos los presentes.
Y se despide con un beso de cada participante, simbolizando la ruptura de toda clase de apegos y ataduras físicas y espirituales que pudieran unirle con el fallecido. Se trata de dejarle en total libertad y sin dependencias, enviándole fuerza y los mejores deseos para que pueda seguir su propio camino en el "otro lado".
La cajita se enterrará después en alguno de los lugares de poder que más amaba, o más cercanos al lugar en que vivió.