Velación

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El principal ceremonial conchero se presenta en dos fases, tomando como referencia el principio de dualidad llamado Ometeotl. Una ceremonia de danza viene siempre precedida de otra de Velación, constituyendo el eje central del ritual conchero.

La Velación representa la energía de la noche, la madre tierra, el principio femenino... En esta parte el Conchero se prepara y purifica para renacer al nuevo día y llevar a cabo la segunda parte, la de la danza que representa el día, la energía solar, el principio masculino...

La Velación es, pues, una ceremonia lunar que se complementa al día siguiente con la Danza, que es la ceremonia solar.

En ella, a lo largo de toda una noche en vela, por medio de cánticos, "entre músicas y flores" como dice una de las alabancitas, se invoca el espíritu de las Almas Liberadas o Maestros del Espíritu de los Cuatro Rumbos y de los antepasados sabios, para revivir la comunión espiritual que limpia, vivifica y renueva.

Tras la invocación y simultáneo encendido de la vela correspondiente a cada uno de ellos, comienza un trabajo con flores: el "tendido".

Con las flores ofrecidas se va trazando en el suelo, sobre una sabanita blanca, dos formas sagradas como manifestación simbólica de las dos fuerzas esenciales que mueven el mundo:

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-el Santo Xuchitl o forma sagrada masculina

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-y el Nahui-Ollin o forma sagrada femenina

El trabajo es minucioso y meditativo. Cada flor es ofrecida pasándola por encima del sahumador, mientras se canta ininterrumpidamente.

Con posterioridad se "levantan" ambas formas.

El Santo Xuchitl, en forma de cruz de brazos iguales, será presentado después como ofrenda en el lugar sagrado donde se haya celebrado la Velación.

El Nahui-Ollin dará lugar a dos bastones floridos que, cargados durante toda la noche con la energía movilizada por los presentes, servirán para limpiar el aura de los asistentes mientras una lluvia de pétalos, a modo de bendición, cae sobre la cabeza de la persona limpiada

Durante toda la noche suenan sin cesar las "alabancitas", cuya letra sencilla y música repetitiva limpia el corazón de inquietudes y lo hace latir al ritmo de Dios. Es como un mantra largo capaz de detener el proceso mental para fijar la intención: morar en la presencia de lo divino.

La Velación, como viaje chamánico o iniciático, sigue procesos similares en su desarrollo interno: Permiso - Evocación - Invocación - Ofrenda - Encuentro con la Sombra y Crucifixión - Limpia y Ascensión.

La fuerza está en el Intento firmemente sostenido del Amor y, por tanto, de la sinceridad del propósito y de la atención puesta en el no-hacer.

Bien entrado el día, y tras una pequeña pausa, comenzará el Ritual de Danza correspondiente.