A partir de la década de los cincuenta, algunas Mesas de Danza comenzaron a abrirse e iniciar en sus secretos tan celosamente guardados a personas de la clase media y alta, provinientes de los medios intelectuales y artísticos mexicanos.
Don Faustino y Don Ernesto Ortiz fueron los capitanes que dieron esos primeros pasos con la incomprensión y oposición de otros jefes de Mesa.
En el marco de este largo camino de apertura, en el año 1988, dos buscadores de caminos espirituales adecuados a los Nuevos Tiempos, uno hispano y otro mexicano, sellaron en los desiertos del norte de México un pacto para comenzar a construir un puente espiritual a ambos lados del Atlántico, compromiso que llamaron, "El Puente de Wiricuta ".
Emilio Fiel ("Miyo") motor de las Comunidades del Arcoiris de España y el antropólogo mexicano Alberto Ruz, miembro del Consejo Tribal Internacional de las Tribus de Arcoiris, sintieron la necesidad de romper con las fronteras que por siglos habían separado los destinos de sus respectivos pueblos. Los Nuevos Tiempos urgían para que se diera un ejemplo de hermandad entre tradiciones ancestralmente enemigas, un ejemplo que sirviera sobre todo para aprender a dar los primeros pasos en la conquista de ese Quinto Mundo anunciado por los sabios de antaño, ese Centro en el que todas las naciones converjan y se reconozcan como hijas de la misma madre, Tonantzin, Pachamama, Gaia...y del mismo padre, Tonatiuh, Inti, Helios, el Sol...
Un año después Guadalupe Jiménez Sanabria ("Nanita"), Capitana Generala y Anciana Mayor de las Mesas de Danza de Conquista Azteca y Jefa del grupo Insignias Aztecas, tuvo su primer encuentro con Emilio Fiel y Xabi Karasusan en el poblado de Tepoztlán, estado de Morelos, en México.
En esa memorable ocasión Nanita comprendió que era un deber de los pueblos que habían sabido preservar su conocimiento sagrado durante milenios abrirse hacia el continente que un día intentó doblegarles y ayudar en su inminente despertar a la Nueva Energía. Allí recibió el mandato espiritual de sus antepasados de abrir, por primera vez en la historia, las puertas de la antigua enseñanza azteca al pueblo hispano.
A partir de ese instante, algunos danzantes, malinches, y capitanes de la Mesa de Insignias Aztecas comenzaron a viajar al Viejo Continente para ayudar a dar los primeros pasos en esta decisión trascendental.
También comenzaron a viajar a México los primeros aprendices españoles para sentarse a los pies de la nonagenaria Nanita, en el Oratorio de su Mesa, para aprender con humildad, como en un ashram, todos los vericuetos de la enseñanza meshica. Asistiendo a velaciones, levantadas de cruz y peregrinajes. Aprendiendo los pasos de las danzas y las alabanzas... dejándose conquistar por el corazón de la antigua cultura latente hasta hoy en día en las venas del pueblo mexicano.
Un nuevo mestizaje se fue así gestando con el tiempo y tuvo su primera gran manifestación la noche del 25 de Julio de 1992, en el Monte del Gozo, sobre Santiago de Compostela.
Es la fecha en la que Nanita dio el permiso para la creación de la primera Mesa de Danza Hispánico-Azteca, denominándola la Mesa del Señor Santiago y nombrando a Emilio Fiel como su primer capitán, a Xabi Karasusan como el segundo y a otros varios miembros del grupo hispaneca en sus responsabilidades de sargentos, alféreces y malinches al servicio de la obligación conchera.
Allí Miyo aceptó la Capitanía de la Mesa de Hispania y Nanita aceptó que España siguiera su propia senda, en conformidad pero no limitada por la senda meshica.
La transmisión otorgada ha sido la del Poder Espiritual y de la Esencia del Linaje vivo, para que seamos capaces de encauzar unitariamente las fuerzas del Cielo y de la Tierra en un sólo Corazón Planetario. No es volver a lo antiguo, sino hundir nuestras raíces en ello para poder lanzarnos libremente, y sin condicionamientos, a los mundos del mañana.
Año y medio más tarde los protagonistas de esta Conquista del Espíritu se volvieron a reunir, esta vez en la provincia de Navarra, para la entrega ceremonial del Estandarte de la Mesa del Señor Santiago-Insignias Aztecas, para la confirmación de los cargos y responsablilidades de todos y cada uno de los integrantes de la nueva Mesa, y para la ceremonia de velación y las danzas correspondientes que sellaron ese pacto.
¡Por nuestras relaciones vivas y fraternales con los pueblos y tradiciones de América, por la convergencia de todos los pueblos en una Huma-unidad consciente que entone una sola canción de amor con la Tierra y el Cielo!