Nanita

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GUADALUPE JIMÉNEZ SANABRIA nació en México DF. el 19 de septiembre de 1904, bajo el adaptable, eficaz y trabajador signo de Virgo, aproximadamente a las cuatro de la madrugada, según un viejo y arrugado documento que apareció entre su caja de recuerdos. A esa hora su ascendente se configuró bajo el signo de Leo y la estrella matutina Venus Quetzalcoatl se asomó también para mirar a la recién nacida.

El servicio, el cuidado de la salud tanto para sí como para otros, la creatividad radiante y una autoridad y don de mando ejercidos con cariño, armonía y suavidad, así como una facilidad innata para granjearse el aprecio y respeto de los que la rodeen, serán dones que le acompañarán hasta el final de sus días.

Su infancia se desarrolló en un ambiente humilde. El Jefe de Danza Don Toribio Jiménez, su padre, le llevaba consigo a las Obligaciones de ésta desde muy niña, así como recibía su ayuda en las labores de sanación que cotidianamente se llevaban a cabo en su hogar. Por ello, desde chiquita, se familiarizó tanto con los rituales de Danza Indígena Antigua como con la Medicina Tradicional Mexicana y con la Sanación Espiritual ya que Don Toribio era un gran curandero que acogía en su casa a enfermos necesitados e indigentes y les proporcionaba alimento, afecto y sanación. Su casa llegó a disponer de más de diez camas hospitalarias para tal fin.

La Revolución Mexicana interrumpió la niñez de Guadalupe, empujándola a madurar rápidamente.

El Jefe Don Toribio fundó en 1920 su propio grupo de danza constituyendo la Mesa de las Insignias Aztecas, grupo en el que, naturalmente, Lupita, como la nombraban familiarmente, tiene un papel muy activo siendo la primera malinche de sahumador de su papá.

Tiempo más tarde, con el grupo ya crecido, y tras años de servicio al mismo y de desempeñar diversos cargos, fue nombrada Capitana-heredera del linaje de su padre.

Entre 1925 y 1935 se casó por primera vez, enviudando a poco de los tres años de casada. Pasó por un difícil período en el que el grupo decae siendo por aquel entonces pocos sus integrantes. Su padre, muy enfermo ya, decide integrar al grupo, con su hija Capitana y heredera aceptada por las otras Mesas de Danza, en la Corporación de Concheros de los hermanos Barrera. Entre los acuerdos convenidos estuvo el de la renuncia a su estandarte pues su hija tuvo que jurar el de los hermanos Barrera.

Poco después murió el Jefe Don Toribio y Lupita guardó cuidadosamente el Estandarte paterno en espera de años mejores. Entre tanto se volvió a casar y tuvo dos hijas.

La sanación fue una de sus actividades cotidianas pues, desde muy joven, su padre le entrenó y enseñó a desarrollarse como un canal de luz para la sanación espiritual a través del trance. Labor que fue desarrollando humildemente, año tras año, ganando una bien merecida reputación de curandera en Medicina Tradicional Mexicana.

Al inicio de los años 80 adopta a su hijo espiritual Jesús León Salgado, que se muda a su casa y vive con ella mientras continúa los estudios universitarios. Mientras, sus dos hijas se habían casado viviendo independientes y sin sentirse atraídas por la danza ni por la sanación; aspecto éste que, aunque doloroso, Lupita aceptó y respetó.

Por el mismo tiempo fue nombrada Guía Mayor de Tradición Meshica y Generala de la Danza de la Gran Tnochtitlan, en conformidad del Consejo de Ancianos y de los Generales de las principales Mesas de Danza Tradicional de Mexico.

Bajo el estandarte al que juró, sirvió con entrega permanente hasta 1987, año en que tras varias reuniones y acuerdos le fue dado el permiso para levantar de nuevo el de su padre, el de Insignias Aztecas. Se volvió a revolear de nuevo con Guadalupe Jiménez Sanabria a la cabeza en Chalma, ante el Cristo a quien siempre tuvo ella una veneración muy especial.

En este mismo año recibió el mandato espiritual de transmitir su linaje de la Danza Sagrada y su enseñanza por distintos países de América y Europa.

En 1988 se independizó de la Corporación de Concheros, formando un grupo propio y nombrando por Heredero directo y Capitán Primero a su hijo espiritual Jesús León.

En una Obligación conjunta con la Mesa del Santo Niño de Atocha, y con participación también de la Mesa del Jefe Andrés Segura, Chango, ahijado de Guadalupe, le llamó "Nanita" por primera vez con respeto y veneración a sus años y sabiduría ancestral. El cariñoso nombre tiene el sentido de "abuelita tierra" y desde entonces cada persona o grupo que se refería a ella la nombraba con este entrañable apelativo.

La Danza Ritual Sagrada Indígena Mexicana, su familia y la Sanación Espiritual en el Oratorio de su casa fueron los tres polos básicos alrededor de los que se desarrolló la vida peculiar y futurista, para su época, de esta inolvidable persona; pequeñita, menuda y aparentemente frágil mujer.

También tuvo una gran actividad política durante más de cuarenta años a través de acciones educativas en diversas Delegaciones y Colonias del Distrito Federal con el PRI, donde trabajó y ganó su sustento en defensa de los derechos de la mujer y de los niños, organizando talleres de formación profesional, siendo ella misma la profesora de Manualidades en labores de bordado, corte y confección y Herbolaria, enseñando a ganarse la vida y el sustento con dignidad, según ella misma explicaba.

En 1992 y como materialización de su misión espiritual viajó por primera vez a Europa fundando en España, en Santiago de Compostela, la Mesa de la Cruz Espiral del Señor Santiago, y nombrando como Heredero y Primer Capitán de ella a Emilio Fiel Jarreño y como Segundo a Xabier Karasusan.

En noviembre de 1993, ya muy enferma, regresó de nuevo a España para entregar el Estandarte de esta nueva Mesa, que se levantó en Azcona (Navarra), en una bella ceremonia en la que, conjuntamente, actuaron como oficiantes sus Capitanes hispanekas y mexicanos, jurando en su presencia mantener la colaboración y el apoyo mutuo y sahumando ella a todos y cada unos de los miembros presentes de ambas Mesas.

Guadalupe Jiménez Sanabria, Nanita, dejó este plano material en la mañana del 25 de marzo de 1994 en Mexico DF, curiosa y casualmente rodeada de danzantes hispanos y tomada de la mano de la Capitana de Armonía Vicky (única mexicana presente), esposa del Capitán Primero Jesús León.